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CARTA A UN HIJO

07/08/2009

Era una mañana como cualquier otra. Yo, como siempre, me hallaba de mal humor.
Te regañé porque estabas tardando demasiado en desayunar, te grité porque no parabas de jugar con los cubiertos y te reprendí porque masticabas con la boca abierta.

Comenzaste a refunfuñar y entonces derramaste la leche sobre tu ropa. Furioso te levanté por el cabello y te empujé violentamente para que fueras a cambiarte de inmediato.

Camino a la escuela no hablaste. Sentado en el asiento del coche llevabas la mirada perdida. Te despediste de mi tímidamente y yo sólo te advertí que no te portaras mal.

Por la tarde, cuando regresé a casa después de un día de mucho trabajo, te encontré jugando en el jardín. Llevabas puestos tus pantalones nuevos y estabas sucio y mojado.

Frente a tus amiguitos te dije que debías cuidar la ropa y los zapatos; que parecía no interesarte mucho el sacrificio de tus padres para vestirte. Te hice entrar a la casa para que te cambiaras de ropa y mientras marchabas delante de mi te indiqué que caminaras erguido.

Más tarde continuaste haciendo ruido y corriendo por toda la casa.

A la hora de cenar arrojé la servilleta sobre la mesa y me puse de pie furioso porque no parabas de jugar. Con un golpe sobre la mesa grité que no soportaba más ese escándalo y subí a mi cuarto.

Al poco rato mi ira comenzó a apagarse.

Me di cuenta de que había exagerado mi postura y tuve el deseo de bajar para darte una caricia, pero no pude. Cómo podía un padre, después de hacer tal escena de indignación, mostrarse sumiso y arrepentido?

Luego escuché unos golpecitos en la puerta. ‘Adelante’ … dije, adivinando que eras tú. Abriste muy despacio y te detuviste indeciso en el umbral de la habitación.

Te miré con seriedad y pregunté: ¿Te vas a dormir? … ¿vienes a despedirte?

No contestaste. Caminaste lentamente con tus pequeños pasitos y sin que me lo esperara, aceleraste tu andar para echarte en mis brazos cariñosamente.

Te abracé ….. y con un nudo en la garganta percibí la ligereza de tu delgado cuerpecito.

Tus manitas rodearon fuertemente mi cuello y me diste un beso suavemente en la mejilla.

Sentí que mi alma se quebrantaba.

‘Hasta mañana papi’, me dijiste.

¿Qué es lo que estaba haciendo?

¿Por qué me desesperaba tan fácilmente?

Me había acostumbrado a tratarte como a una persona adulta, a exigirte como si fueras igual a mí y ciertamente no eras igual.

Tu tenias unas cualidades de las que yo carecía: eras legítimo, puro, bueno y sobretodo, sabias demostrar amor.

¿Por qué me costaba tanto trabajo?.

¿Por qué tenía el hábito de estar siempre enfadado?.

¿Qué es lo que me estaba ocurriendo?.

Yo también fui niño.

¿Cuándo fue que comencé a contaminarme?

Después de un rato entré a tu habitación y encendí con cuidado una lámpara.

Dormías profundamente.

Tu hermoso rostro estaba ruborizado, tu boca entreabierta, tu frente húmeda, tu aspecto indefenso como el de un bebé.

Me incliné para rozar con mis labios tu mejilla, respiré tu aroma limpio y dulce.

No pude contener el sollozo y cerré los ojos.

Una de mis lágrimas cayó en tu piel. No te inmutaste.

Me puse de rodillas y te pedí perdón en silencio.

Te cubrí cuidadosamente con las sábanas y salí de la habitación.

Si Dios me escucha y te permite vivir muchos años, algún día sabrás que los padres no somos perfectos, pero sobre todo, ojalá te des cuenta de que, pese a todos mis errores, te amo más que a mi vida.

‘Si lloras por haber perdido el Sol, entonces no podrás ver las estrellas’.

Con cariño… para los que somos padres y para los que algún día lo serán…

LOS CURAS Y SUS HIJOS

02/08/2009

El Vaticano toma medidas ante la “multiplicación de causas millonarias por abusos sexuales”

ELPLURAL.COM

El Vaticano estudia la posibilidad de permitir a los hijos de sacerdotes que viven en concubinato y tienen descendencia que puedan llevar el apellido del padre y heredar sus bienes personales, aunque precisa que los «bienes de beneficios eclesiásticos, propiedad de la Iglesia, seguirían en manos de ésta».
Según la información del diario italiano La Stampa, recogida por Efe, la Congregación para el Clero, que preside el cardenal brasileño Claudio Hummes, ha impulsado una serie de reuniones para tratar este problema, que afecta especialmente a América Latina y a países europeos como Austria.

Interés económico
No significa que el Vaticano se esté modernizando, en realidad esta nueva postura está basada en circunstancias económicas, según la información. La Iglesia «está preocupada por la multiplicación de causas millonarias, como las ocurridas por los abusos sexuales en EEUU» y ante la posibilidad de una “avalancha” de procedimientos judiciales con pruebas de ADN incluidas. Así que ha preferido tomar la iniciativa.

Proteger los «beneficios eclesiásticos»
La Santa Sede estudia garantizar los derechos sociales a la mujer y a los hijos, «con una especie de contrato civil que no les excluya de la herencia, lo que permitirá que la prole reciba el apellido del sacerdote-papá, a la vez que este continuaría ejercitando su ministerio». Los hijos heredarían las propiedades personales del cura, mientras que los «bienes de beneficios eclesiásticos correspondientes a la Iglesia, seguirían en manos de ésta».

ELLA LE ACARICIO LOS CABELLOS

20/03/2009

Ella dio un salto tan pronto vio al cirujano salir de la sala de operaciones
-¿Cómo está mi pequeño? ¿Está bien? ¿Cuándo lo puedo ver?
-Lo siento, hicimos lo que pudimos, pero él no lo resistió…
¿Por qué los niños enferman de cáncer? ¿Es que Dios no los cuida?
¿Dios, dónde estabas cuando mi niño te necesitaba?
-¿Quieres estar a solas con tu hijo? Le preguntó el cirujano. Una de las enfermeras te acompañará, antes de que lleven al niño a la Universidad.
Sally le pidió a la enfermera que se quedase con ella mientras se despedía de su pequeño.
Ella le acarició los cabellos.
-¿Te gustaría conservar un pedazo de su cabello? preguntó la enfermera.
Sally asintió, la enfermera cortó un pedazo de cabello, lo colocó en una bolsita y se lo entregó.
En ese momento Sally le contó que fue idea del propio niño donar su cuerpo a la Universidad para que lo estudiaran; me dijo que así podía ayudar a otros…
Primero me negué, pero Jimmy dijo: -Mamá, no lo voy a necesitar más cuando muera y tal vez pueda ayudar a otro niño a pasar un día más con su mamá.
Mi Jimmy tenía un corazón de oro. Siempre pensando y queriendo ayudar a los demás…
Sally caminó afuera del Children’s Mercy Hospital por última vez, luego de haber pasado la mayoría de los últimos seis meses allí, colocó las pertenencias de Jimmy en el asiento del automóvil y se dirigió a casa.
Conducir hacia el hogar fue difícil, pero aún más difícil, fue entrar a la casa vacía…
Se dirigió con las pertenencias de Jimmy, hasta la habitación de su hijo y al entrar la tristeza que la invadió fue tan grande, que se dejó caer sobre la cama y abrazando su almohada, lloró hasta quedarse dormida.
Al despertar, notó que junto a ella había una carta, era una carta que le había dejado su hijo y comenzó a leerla:
Querida Mamá:
Sé que me vas a extrañar; pero no pienses que te olvidaré, o dejaré de amarte, sólo que no estaré físicamente a tu lado para decirte, que te amo.
Algún día nos volveremos a ver, si quieres mientras tanto adopta otro niño y así no estarás tan sola y triste. El podrá usar mi cuarto y mis viejos juguetes.
No estés triste pensando en mí. Éste es un lugar realmente maravilloso. La abuela y el abuelo me reconocieron tan pronto llegué y me mostraron este lugar tan hermoso, que no se puede explicar con palabras.
Se ven ángeles por todas partes… y ¿sabes? Jesús no se parece a ninguna de las imágenes que se ven de Él.
Aún así, tan pronto lo vi, lo reconocí, sabía que era él… Jesús mismo me llevó a conocer al Padre. Me sentó en su regazo y habló conmigo, como si yo fuera alguien muy importante.
Ahí fue cuando le dije que yo quería escribirte una carta y decirte cómo me siento ahora. Pensaba que no estaba permitido, ¿pero sabes qué mamá? Dios me dio papel y su lapicera personal para que yo pudiera escribirte.
Uno de los ángeles te llevó esta carta. Y Dios me dijo que aprovechara para contestarte una de las preguntas que le hiciste… ¿Dónde estaba Él cuando yo lo necesitaba?
Dios me dijo, que estaba a mi lado en el mismo lugar en el que estaba cuando Su hijo Jesús estaba en la Cruz.
Esta noche voy a sentarme a la mesa con Dios para cenar con Él. Estoy seguro que la comida será exquisita… Ah olvidé decirte que ya no tengo más dolores. Aquí no existen las enfermedades, estoy completamente sano. Así que estoy muy contento porque puedo jugar y correr…
Bueno, mamá, tengo que devolverle la lapicera a Dios, me despido y recuerda: Confía en el Señor, no dudes en tu corazón de su existencia, así un día podremos disfrutar juntos de estas maravillas para siempre.
Firmado: tu Jimmy.

PD. Mamá, es muy posible que otros no puedan leer esta carta que te he escrito y que para ellos sólo sea un trozo de papel en blanco. No te preocupes, es normal, porque esta carta es… sólo para ti.

>ELLA LE ACARICIO LOS CABELLOS

20/03/2009

>Ella dio un salto tan pronto vio al cirujano salir de la sala de operaciones
-¿Cómo está mi pequeño? ¿Está bien? ¿Cuándo lo puedo ver?
-Lo siento, hicimos lo que pudimos, pero él no lo resistió…
¿Por qué los niños enferman de cáncer? ¿Es que Dios no los cuida?
¿Dios, dónde estabas cuando mi niño te necesitaba?
-¿Quieres estar a solas con tu hijo? Le preguntó el cirujano. Una de las enfermeras te acompañará, antes de que lleven al niño a la Universidad.
Sally le pidió a la enfermera que se quedase con ella mientras se despedía de su pequeño.
Ella le acarició los cabellos.
-¿Te gustaría conservar un pedazo de su cabello? preguntó la enfermera.
Sally asintió, la enfermera cortó un pedazo de cabello, lo colocó en una bolsita y se lo entregó.
En ese momento Sally le contó que fue idea del propio niño donar su cuerpo a la Universidad para que lo estudiaran; me dijo que así podía ayudar a otros…
Primero me negué, pero Jimmy dijo: -Mamá, no lo voy a necesitar más cuando muera y tal vez pueda ayudar a otro niño a pasar un día más con su mamá.
Mi Jimmy tenía un corazón de oro. Siempre pensando y queriendo ayudar a los demás…
Sally caminó afuera del Children’s Mercy Hospital por última vez, luego de haber pasado la mayoría de los últimos seis meses allí, colocó las pertenencias de Jimmy en el asiento del automóvil y se dirigió a casa.
Conducir hacia el hogar fue difícil, pero aún más difícil, fue entrar a la casa vacía…
Se dirigió con las pertenencias de Jimmy, hasta la habitación de su hijo y al entrar la tristeza que la invadió fue tan grande, que se dejó caer sobre la cama y abrazando su almohada, lloró hasta quedarse dormida.
Al despertar, notó que junto a ella había una carta, era una carta que le había dejado su hijo y comenzó a leerla:
Querida Mamá:
Sé que me vas a extrañar; pero no pienses que te olvidaré, o dejaré de amarte, sólo que no estaré físicamente a tu lado para decirte, que te amo.
Algún día nos volveremos a ver, si quieres mientras tanto adopta otro niño y así no estarás tan sola y triste. El podrá usar mi cuarto y mis viejos juguetes.
No estés triste pensando en mí. Éste es un lugar realmente maravilloso. La abuela y el abuelo me reconocieron tan pronto llegué y me mostraron este lugar tan hermoso, que no se puede explicar con palabras.
Se ven ángeles por todas partes… y ¿sabes? Jesús no se parece a ninguna de las imágenes que se ven de Él.
Aún así, tan pronto lo vi, lo reconocí, sabía que era él… Jesús mismo me llevó a conocer al Padre. Me sentó en su regazo y habló conmigo, como si yo fuera alguien muy importante.
Ahí fue cuando le dije que yo quería escribirte una carta y decirte cómo me siento ahora. Pensaba que no estaba permitido, ¿pero sabes qué mamá? Dios me dio papel y su lapicera personal para que yo pudiera escribirte.
Uno de los ángeles te llevó esta carta. Y Dios me dijo que aprovechara para contestarte una de las preguntas que le hiciste… ¿Dónde estaba Él cuando yo lo necesitaba?
Dios me dijo, que estaba a mi lado en el mismo lugar en el que estaba cuando Su hijo Jesús estaba en la Cruz.
Esta noche voy a sentarme a la mesa con Dios para cenar con Él. Estoy seguro que la comida será exquisita… Ah olvidé decirte que ya no tengo más dolores. Aquí no existen las enfermedades, estoy completamente sano. Así que estoy muy contento porque puedo jugar y correr…
Bueno, mamá, tengo que devolverle la lapicera a Dios, me despido y recuerda: Confía en el Señor, no dudes en tu corazón de su existencia, así un día podremos disfrutar juntos de estas maravillas para siempre.
Firmado: tu Jimmy.

PD. Mamá, es muy posible que otros no puedan leer esta carta que te he escrito y que para ellos sólo sea un trozo de papel en blanco. No te preocupes, es normal, porque esta carta es… sólo para ti.

HIJOS TRIUNFADORES

29/05/2008

HIJOS TRIUNFADORES
Luís Baba Nakao (Marzo de 2007)
Hace unos siglos un famoso pensador griego dijo: ‘Lo único permanente es que vivimos en un mundo de cambios’

Debemos preparar a nuestros hijos para el mundo del futuro, no el mundo de nuestros padres ni el nuestro. En este mundo actual lo determinante para triunfar será el carácter, no exactamente el conocimiento, como muchos pudiéramos creer. Tener temple, salir de fracasos adecuadamente, hacer de los fracasos un desafío y no una tragedia…, eso será lo que buscarán los seleccionadores de personal.

Para los trabajadores independientes será un auto requisito.
Un hijo forjará carácter si percibe claramente la autoridad de los padres. Con presencia de autoridad los niños y jóvenes a su vez actuarán con autoridad para resolver sus problemas; actuarán por determinaciones. Sin presencia de autoridad nuestros hijos serán débiles de carácter y actuarán por impulsos con los consecuentes problemas de adaptación.

¿Exceso de autoridad? Siempre será mejor exceso que falta de autoridad. El límite de autoridad lo pone la siguiente regla: ‘La autoridad no debe humillar’. Básicamente lo que es el niño o el joven hoy será el adulto del mañana. De vez en cuando hay que mirar al hijo como un adulto potencial.

¿Queremos que nuestros hijos no sufran? Entonces hay que prepararlos para sufrir. No podemos estarle evitando todo el tiempo todo posible sufrimiento ¿si no cuándo aprenderá? Debe comprender la muerte, los problemas de la vida, los problemas en el trato de sus congéneres. No debemos resolverles todos los problemas, hay que ayudarlos a que poco a poco los resuelvan ellos mismos. Nadie logra metas exitosas y duraderas sin un poco de sufrimiento. ¿Alguien imagina a un campeón de atletismo que no sufra para lograr sus marcas? Eso se aplica a todo tipo de campeón y a todo tipo de actividad. Siempre hay que pensar que, en parte, no queremos que ellos sufran para no sufrir nosotros, pero les hacemos un daño con miras al futuro.
Hay que enseñarles a hacer ESFUERZOS SUPLEMENTARIOS. Que sepan que siempre se puede un poquito más. Recuerda que nadie recoge su cosecha sin sembrar muchas semillas y abonar mucha tierra.

Es muy importante enseñarles a carecer, es decir a ‘sentir la falta de’ y arreglárselas por sí mismos. Hay chicos que no juegan su deporte si no tienen zapatillas de ‘marca’. Si no aprendes a carecer no aprendes a arreglártelas. Aunque tengamos para darles el 100%, los chicos deben saber el valor de las cosas. Si no lo hacen de chicos, les será muy difícil de adultos y allí sí que van a sufrir y nosotros también con ellos. ¿Cómo les enseñamos a carecer? ¡Dándoles un poquito menos de lo que necesitan! ¡No hay otra manera! Si no ¿cómo sienten la falta de? Así aprenden a apreciar lo que tienen. Aprenden a no ser ingratos. Aprenden a gozar de la vida porque muchas veces se goza en las cosas sencillas. Aprenden a no ser quejosos.

Una excelente escuela para aprender a carecer (sin morir en el intento) es la mesa del hogar, la comida. ¿Qué debemos darles de comer? ¡Lo que nosotros decidamos que es bueno para ellos! Es no sólo por su bien estomacal, sino que es una excelente forma de que aprendan a carecer, que no sean ingratos, que no sean quejosos. ‘Mami… no me gustan las lentejas’. Si quieren hacerles un bien para la vida, denles las lentejas. Habrá berrinches, no se exalten (autoridad no es gritar), que no coma si no quiere, pero cuando le vuelva el hambre: ¡SORPRESA! … ¡Las lentejas del refrigerador calentadas!

Parece increíble, pero si no hacemos este tipo de cosas no se podrá adaptar. La comida es una buena escuela del carecer, pues así no serán quisquillosos en sus relaciones sociales, en el trabajo y en el mundo real.

También hay que educarlos en el servicio. Una familia normal es un equipo de trabajo con pocas tareas: tender la cama, limpiar los cuartos, lavar los platos, pintar la casa, etc. Hay que educarlos para que realicen labores de hogar, aunque lo hagan mal al principio. Si no hacen este tipo de servicios luego tendrán problemas. Las escuelas más importantes de liderazgo del mundo enseñan a los jóvenes a carecer, para que sepan y entiendan el mundo y lo puedan liderar.

¿Mesadas? Que sean una cantidad fija, más bien, semanales y algo menos de lo que creen que necesitan. Así aprenden a administrar el dinero. Claro que se deben aceptar excepciones, pero conversadas serenamente.

Construyamos hijos luchadores, no debiluchos sobreprotegidos. Que se superen a sí mismos. Que tomen los problemas como desafíos para mejorar. Recuerden que nadie alcanza altura con un solo vuelo. También hay que ilusionarlos con ideales, metas futuras, sueños para que sean buenos de corazón. Importante también es estar convencidos de que triunfador no equivale a tener ‘dinero o propiedades’, triunfadores son aquellos que son felices con lo que hacen, con su vida. Solamente así podrán hacer felices a otros.
Los hijos con carácter templado, conocimiento del carecer, educados en el servicio y plenos de amor e ilusiones serán hijos triunfadores.
Los padres tenemos la gran responsabilidad de criar hijos que transformen nuestro país, en uno donde reine la libertad, la abundancia, la justicia y sobre todo la felicidad.

Pongan en practica este articulo y tendremos hijos triunfadores.

Con cariño,
Ana Pinto.

>HIJOS TRIUNFADORES

29/05/2008

>HIJOS TRIUNFADORES
Luís Baba Nakao (Marzo de 2007)
Hace unos siglos un famoso pensador griego dijo: ‘Lo único permanente es que vivimos en un mundo de cambios’

Debemos preparar a nuestros hijos para el mundo del futuro, no el mundo de nuestros padres ni el nuestro. En este mundo actual lo determinante para triunfar será el carácter, no exactamente el conocimiento, como muchos pudiéramos creer. Tener temple, salir de fracasos adecuadamente, hacer de los fracasos un desafío y no una tragedia…, eso será lo que buscarán los seleccionadores de personal.

Para los trabajadores independientes será un auto requisito.
Un hijo forjará carácter si percibe claramente la autoridad de los padres. Con presencia de autoridad los niños y jóvenes a su vez actuarán con autoridad para resolver sus problemas; actuarán por determinaciones. Sin presencia de autoridad nuestros hijos serán débiles de carácter y actuarán por impulsos con los consecuentes problemas de adaptación.

¿Exceso de autoridad? Siempre será mejor exceso que falta de autoridad. El límite de autoridad lo pone la siguiente regla: ‘La autoridad no debe humillar’. Básicamente lo que es el niño o el joven hoy será el adulto del mañana. De vez en cuando hay que mirar al hijo como un adulto potencial.

¿Queremos que nuestros hijos no sufran? Entonces hay que prepararlos para sufrir. No podemos estarle evitando todo el tiempo todo posible sufrimiento ¿si no cuándo aprenderá? Debe comprender la muerte, los problemas de la vida, los problemas en el trato de sus congéneres. No debemos resolverles todos los problemas, hay que ayudarlos a que poco a poco los resuelvan ellos mismos. Nadie logra metas exitosas y duraderas sin un poco de sufrimiento. ¿Alguien imagina a un campeón de atletismo que no sufra para lograr sus marcas? Eso se aplica a todo tipo de campeón y a todo tipo de actividad. Siempre hay que pensar que, en parte, no queremos que ellos sufran para no sufrir nosotros, pero les hacemos un daño con miras al futuro.
Hay que enseñarles a hacer ESFUERZOS SUPLEMENTARIOS. Que sepan que siempre se puede un poquito más. Recuerda que nadie recoge su cosecha sin sembrar muchas semillas y abonar mucha tierra.

Es muy importante enseñarles a carecer, es decir a ‘sentir la falta de’ y arreglárselas por sí mismos. Hay chicos que no juegan su deporte si no tienen zapatillas de ‘marca’. Si no aprendes a carecer no aprendes a arreglártelas. Aunque tengamos para darles el 100%, los chicos deben saber el valor de las cosas. Si no lo hacen de chicos, les será muy difícil de adultos y allí sí que van a sufrir y nosotros también con ellos. ¿Cómo les enseñamos a carecer? ¡Dándoles un poquito menos de lo que necesitan! ¡No hay otra manera! Si no ¿cómo sienten la falta de? Así aprenden a apreciar lo que tienen. Aprenden a no ser ingratos. Aprenden a gozar de la vida porque muchas veces se goza en las cosas sencillas. Aprenden a no ser quejosos.

Una excelente escuela para aprender a carecer (sin morir en el intento) es la mesa del hogar, la comida. ¿Qué debemos darles de comer? ¡Lo que nosotros decidamos que es bueno para ellos! Es no sólo por su bien estomacal, sino que es una excelente forma de que aprendan a carecer, que no sean ingratos, que no sean quejosos. ‘Mami… no me gustan las lentejas’. Si quieren hacerles un bien para la vida, denles las lentejas. Habrá berrinches, no se exalten (autoridad no es gritar), que no coma si no quiere, pero cuando le vuelva el hambre: ¡SORPRESA! … ¡Las lentejas del refrigerador calentadas!

Parece increíble, pero si no hacemos este tipo de cosas no se podrá adaptar. La comida es una buena escuela del carecer, pues así no serán quisquillosos en sus relaciones sociales, en el trabajo y en el mundo real.

También hay que educarlos en el servicio. Una familia normal es un equipo de trabajo con pocas tareas: tender la cama, limpiar los cuartos, lavar los platos, pintar la casa, etc. Hay que educarlos para que realicen labores de hogar, aunque lo hagan mal al principio. Si no hacen este tipo de servicios luego tendrán problemas. Las escuelas más importantes de liderazgo del mundo enseñan a los jóvenes a carecer, para que sepan y entiendan el mundo y lo puedan liderar.

¿Mesadas? Que sean una cantidad fija, más bien, semanales y algo menos de lo que creen que necesitan. Así aprenden a administrar el dinero. Claro que se deben aceptar excepciones, pero conversadas serenamente.

Construyamos hijos luchadores, no debiluchos sobreprotegidos. Que se superen a sí mismos. Que tomen los problemas como desafíos para mejorar. Recuerden que nadie alcanza altura con un solo vuelo. También hay que ilusionarlos con ideales, metas futuras, sueños para que sean buenos de corazón. Importante también es estar convencidos de que triunfador no equivale a tener ‘dinero o propiedades’, triunfadores son aquellos que son felices con lo que hacen, con su vida. Solamente así podrán hacer felices a otros.
Los hijos con carácter templado, conocimiento del carecer, educados en el servicio y plenos de amor e ilusiones serán hijos triunfadores.
Los padres tenemos la gran responsabilidad de criar hijos que transformen nuestro país, en uno donde reine la libertad, la abundancia, la justicia y sobre todo la felicidad.

Pongan en practica este articulo y tendremos hijos triunfadores.

Con cariño,
Ana Pinto.